Es la obra más importante del lugar. Se remonta al año 1133 cuando se establecieron allí los benedictinos con la ayuda de Alfonso VII. Se reedificó en el siglo XIII al convertirse en 1212 en abadía cisterciense.
A esta época corresponden los restos arquitectónicos que conserva de arcos ojivales, bóvedas de cañón apuntadas y un rosetón en la fachada principal. Comenzó su decadencia a mediados del siglo XVIII cuando empezaron a hundirse los muros, ya que solo lo habitaban dos monjes. La Desamortización hizo el resto. Sin embargo, sus ruinas fueron declaradas monumento histórico-artístico en 1931.
Por su parte, la imagen románica de Nuestra Señora de la Sierra que allí se veneraba, se transladó en 1825 a la parroquial de Sotosalbos.
En la actualidad, el monasterio es propiedad privada que ejecutó importantes obras de recuperación del los restos en estado de abandono y ruina. Gracias a esta intervención se logró afianzar los muros y permitió trazar la planta del antiguo claustro. En un edificio anexo se instaló un taller de tejidos elaborados a mano.